"¿Cómo se llama la planta que compraste?"
-Si, si soy como una señora.
Hace unos meses compré una Hydrangea, una planta que desde hace mucho quería y no encontraba por ningún sitio, era una de follaje frondoso, violeta y delicada, bastante grande; Un "amigo" se ofreció a cargarla por mi (siendo que nunca hacía nada por nadie), y, ¡menos mal que no tuve que pedírselo! (era realmente pesada); Al siguiente día, el mismo joven, que era un muchacho que se tomaba la libertad de sujetar y curiosear en sea lo que fuera lo que yo sostuviera entre mis manos, le surgió el interés en ese momento por preguntar (dada me supongo su ayuda del día anterior) de qué planta se trataba, a lo que respondí muy incrédula y entusiasmada: "Hortensia, ese es su nombre común" (una parte mía siempre deseó contarle a alguien de esta pasión).
A propósito de que recientemente ví a unas abejas en el jardín tratando de succionar el néctar de los frutos de mi árbol tropical "cheflera", aparte de algunos chapulines que saltan por las macetas, mariposas que modelaban en las hojas, lombrices que merodeaban la tierra y un sin fín de retoños vegetales brotando por doquier, consideré propicio relatarles: ¿en que momento surgió mi gusto por estas prácticas? recordando claro, al individuo que mencioné hasta hace unas líneas, conmoviendome por su aparente interés en un aspecto que considero tan íntimo sobre mi persona y que además, ha impactado directamente a mi bienestar.
El estar de vacaciones implica volver a mi vida de ama de casa, eso quiere decir que ya puedo dedicarle tiempo a mi hogar, verificar que todo esté en orden, revisando que no haya fugas, goteras, muebles, alacenas vacías, etc, que requieran ser atendidos y solucionados por mí. Entre esas ocupaciones están los patios, que, por mi falta de presencia, estaban descuidados, ¡y con justa razón! era momento de ponerme manos a la obra para realizar algunas reformas en relación a otras de mis tantas aficiones, como lo son la botánica, jardinería y agronomía.
En 2021, transcurriendo la pandemia de SARS-CoV-2, el encierro acababa conmigo paulatinamente, yo, una joven que siempre ha tenido recaidas depresivas, no encontraba la manera de mantenerme cuerda, ya que, sí... fui de las personas que durante la cuarentena y aún más posterior a ella, no salió para nada, ni a la calle. Al principio, quedarme en casa no representó un reto, porque antes del coronavirus, tampoco acostumbraba a salir a otro lado que no fuera la escuela o el supermercado, pero, llegó un punto en el que la crisis de mis recien cumplidos 15 años se hizo presente, y tenía que tomar acción.
Es así como después de intentar con la repostería, pintura e interiorismo, observé el jardín, diariamente contemplaba como mi abuela cuidaba de sus plantas, les hablaba, podaba, regaba cada cierto tiempo, y creaba verdaderos milagros atrayendo a visitantes inesperados, colibrís acercándose a nuestros arbustos, orugas trepando por las ramas, caracoles arrastrándose por las paredes, estaba completamente maravillada y pensé, ¿será que puedo lograr la misma magia?
Un día, acompañé a mis abuelos a un vivero, ellos procedieron a comprar mi primer experimento, una suculenta (que en paz descanse); no podía dejar de admirarla, investigué sobre sus cuidados, su nombre, de donde venía, quería volverme una experta en la materia. Llegando a casa le busqué una maceta (sin agujero de drenaje), la coloqué inmediatamente en mi recién comprada mesa de televisión, de verdad, ¡no podía con mi emoción! Evidentemente mi impulsividad acompañada de manía llegó a tocar la puerta, y al día siguiente fui a comprar más, y más, y más plantas, incluso, mi pareja del momento apoyaba mis delirios obsequiándome más plantas cuando me visitaba, hasta que me di cuenta que, ya no cabían en mi pequeño apartamento, a lo que paré y repensé que era lo que intentaba llenar.
Si bien, la compra de las plantas se hizo algo obsesivo, también me sirvió para dejar de verlas como meros ornamentos, sino de entenderlas como seres vivos, sintientes y con sus propios sistemas de comunicación (¿sabían que el cesped grita de estrés cuando lo cortan?); Mis alucinaciones dicen que cada especie tiene personalidad propia, comprendiendo que CADA UNA requiere su atención personalizada, abonarlas, revisar que no tengan plagas, controlarles la luz y acidez del suelo, y si todo está balanceado... (las plantas sudan y a eso se le llama gutación). Convertirme en una señora de las plantas fue un ancla, cuidar y mantener a seres vivos provocó que me atribuyera el sentido de ser útil, que algo dependía de mí, que si yo faltaba, ellas iban a perecer y no lo podía permitir, debía dejar de pensar solo en mí y despertar cada mañana por otros.
Así que sí, cada una de mis plantas me acompañó en una travesía de autodescubrimiento, el ver el crecimiento de cada una de ellas, de sus necesidades de sol y agua, el como brotaban y florecían, como se marchitaban y enfermaban; ver cómo nacían y morían, me hizo reflexionar en la naturaleza humana y su semejanza a otros organismos vivos, aceptar cada proceso como parte necesaria y perfecta tal y como es, evidentemente, ya existe una salida obligada mínimo cada año, hacia Cuemanco, Xochimilco para renovar lo que acontece con cada inquilina del jardín, con su respectiva maceta de diseño y unas cuantas compañeras más (si las plantas están rodeadas de otras, compiten a ver cuál crece más rápido).
Dentro del marco de mis pretensiones, esperaría tener un bello espacio, con un rincón de cactáceas y suculentas, por otro lado, que contuviera un invernadero para cultivar hortalizas, hierbas aromáticas, y árboles frutales, con el objeto de abastecerme y de hacer comercio artesanal con los locales, ¿por qué no? elaborar mermeladas, encurtidos y compartirlos con mis vecinos y seres queridos… suena a un gran plan, también, un balcón donde pueda tener flores en mis ventanas para así albergar una floristería personal que adorne mis jarrones, y, por último, si no es mucho pedir... un ciprés que decore la fachada.
Quizá algún día tenga a un compañero con el que pueda cumplir la idea de plantar un sauce en nuestro santuario, que crezca con nosotros y con el proyecto del tequio que tengo en mente, que respete a la vida, comparta los mismos valores de sustentabilidad y sienta la misma conexión con la sensibilidad de la creación, de lo que nos rodea y no es ajeno a nosotros.
"El secreto es no correr detrás de las mariposas... Es cuidar el jardín para que ellas vengan a ti. A final de cuentas, vas a encontrar, no a quien estabas buscando, sino a quien te estaba buscando a ti"
-Mario Quintana
Comentarios
Publicar un comentario