"Si comes basura vas a pensar basura"

 -Mente enferma cuerpo mutilado.

La primera vez que me ocurrió este fenómeno denominado "somatizar" fue en 2021, justo después de haber aceptado grabar un podcast irreverente derivado de una intervención que tuve en un periódico estudiantil a mis inicios, recibí diversas críticas por parte de mi familia, a lo cual me empecé a juzgar en demasía siendo que tenía apenas 15 años y estaba descubriendo muchas cosas del medio.

A lo que a la mañana siguiente, amanecí con un dolor fatal en el abdomen, uno que no tenía aparente explicación pero era sumamente intenso, paralizante y atemorizante, ya que me invadió de miedo verme tan frágil y vulnerable por mi salud que se estaba viendo afectada; entonces, mis padres se movilizaron para llevarme al doctor, a un consultorio que acostumbrabamos a ir en situaciones parecidas a esta por la cercanía a mi hogar.

Pero ante tal urgencia no había una respuesta, por lo que mi padre me llevó a otro hospital en el que tampoco recibí atención, así que mi último recurso era acudir al IMMS (nos importa mucha madre su salud), por lo que me negué y decidí regresar al primer hospital para ver si por alguna intervención divina me podían revisar, y ocurrió, el dueño del lugar me vio y me subió a piso, a lo que la enfermera me colocó suero con vitaminas al verme tan pálida y al borde del otro mundo (según yo) por que de tan mal que me sentía, ni si quiera sentí tan doloroso que me introdujeran una aguja del tamaño de dios en mi pequeña mano.

Me quedé inmediatamente dormida cuando el médico tuvo las atenciones necesarias para que me sintiera cómoda, me colocó unas almohadas, encendió la televisión y solicitó que me llevaran algunas sábanas para cubrirme, mientras me preguntaba con tacto y gentileza cómo me sentía, que me había ocurrido, y, tranquilizándome más que nada, ya que cuando algo asi me sucede, entro en pánico y en una crisis inminente de ansiedad.

Y mejoré, gracias a tales consideraciones, pero cuando me retiraron el cateter, no sé por qué me causó tanta impresión el ver como salía algo de mi cuerpo acompañado con un poco de sangre, ya que una de mis grandes ambiciones en la vida era estudiar medicina y jamás me había generado repele ese tipo de elementos, muy seguramente era porque se trataba de mí, ser paciente te da otra perspectiva del ámbito de la salud.


En 2023, algo similar me ocurrió, pero tiene otras variantes mucho más extensas que será más propicio retomarlas en otro momento, ya que este evento fue muchísimo más fuerte por tener la carga del reprimir el detonador del año 2022, que insisto, da para otra columna con mayor desarrollo, pero a continuación, además de una situación de cambio de hábitos alimenticios e intolerancia a la lactosa, fritangas e irritantes (todo lo que está mal en esta sociedad aparte del azúcar), retomo cuestiones que me aquejan como mortal.

Este día que estoy escribiendo, 2024, volvió a suceder, pero ya no se debía al rechazo de mis parientes, si no de algo más grande, mis propias expectativas al ser cuestionadas por no ingresar a una unidad de investigaciones periodísticas e incluso terminarme viendo desanimada por defraudar las esperanzas de mis amigos que tan convencidos estaban que me aceptarían, por lo que me estuve flagelando todo el día de ayer por ello, y repito, me extraña que eso haya pasado porque desde que inicié en mi carrera (a los 15) el rechazo era el pan de cada día que no me comía, porque se me resbalaba cada que participaba en alguna convocatoria y "los criterios de selección no me favorecían" así como políticamente correcto lo ponen, pero esta vez fue diferente, por otras cuestiones.

Algo de lo que me dí cuenta introspectivamente, es que es algo que se repite y justo en las mismas fechas de alto índole emocional, de esfuerzos académicos sobrehumanos y de nostalgias venideras, así que, después de que me despertara con ese mismo dolor y persistiera por un largo rato, me volvió a poner débil, centrada en el momento presente y sumamente reflexiva por la frágilidad del cuerpo humano, si bien tuve un periodo 100% mental para no temblar, vomitar o desfallecer (fallé), también fue la oportunidad idónea para sentarme a conversar con mis sentimientos mediante un diálogo interno.

En un intento desesperado fui al sol a aliviar el frío de mis piernas, pero eso no me duró mucho tiempo, ya que yo me encontraba desayunando con mi familia en un restaurante e inocéntemente consideré que mi padecimiento cesaría con alimento y bebida, al no ser así, gracias a mi abuelo tomé un uber en dirección a mi casa omitiendo la sesión del gimnasio (sintiéndome culpable). En el taxi, y atorada en un tráfico infernal de Tlalnepantla, iba pensando en todo lo que me había afectado mentalmente este año (para futuros textos, no se apuren) teniendo una batalla mental y física conmigo misma con la premura de llegar a mi habitación, mi madre me abrió la puerta y me preparó un té, pastillas y cuidado, prendí una vela, puse música relajante y me dispuse a pudrirme en mi cama todo el día como si estuviera en mi lecho de muerte (cosa que no sucedía desde que tuve mi cuadro clínico de depresión).

Cuando la vida se pone seria, no hay tiempo para jugar con distracciones, ni para continuar replicando patrones dañinos para nuestro bienestar integral, por lo que fue un momento decisivo y necesario como en años anteriores para bajar la guardia, relajarse y por una vez en la vida, descansar, de prestarle atención a este cuerpo dolente, maltratado y sensible, que se pronuncia ante las adversidades y muestra advertencias claras de puntos preocupantes, por lo que quiero hacer una invitación a no esperar a que este tipo de cosas les ocurran por la sobreexigencia, o por fingir que no tienen corazón dejen de sentir las cosas, porque es lo que me pasó a mí, y es lo que mi organismo me gritó el día de hoy para que me rindiera a la enfermedad, un proceso que, lleva a la sanación.

Un agradecimiento especial a aquellos que se preocuparon por mí, y al médico en formación que me brindó un consuelo ante mis temores.

Comentarios

Entradas populares